Entradas

Mostrando entradas de 2020

Mientras veo la lluvia caer

Mientras veo la lluvia caer y la yerba se hincha en el mate sobre la mesada de mármol, misma mesada que recibió tu llanto cuando el auricular del teléfono pronunció las palabras y tu grito enmudeció la cuadra y el verano se partió en dos, que digo, tu vida fue una tierra atravesada por un río, cauce profundo y oscuro con un animal muerto en el fondo; decía, la tarde enmudeció y la calle era un desierto y habrías de vagar buscando la dicha, buscando la vida; pero Dios no estaba en la montaña ni escuchaba tus plegarias (él también había muerto) y sólo llego yo a abrazarte, a tomar tu mano, a salvarte en un gesto, ¡que iluso!, creer que te salvo en un abrazo mientras tu cuerpo se escurre entre mis brazos y se aleja, se pierde y en tu lugar crece la sombra, una amarga enredadera que trepa por mis piernas y me sujeta y me ahoga; y el sol será un dios celoso y vengativo y las tardes ya solo serán la lluvia golpeando con furia la ventana, corriendo por el vidrio y el mate que se enfría y el v

Tanguedia

Las persianas que bostezan, los faroles que se encienden. La sangre de la luna en las baldosas, la tristeza en mi pecho que se extiende. Y el perfume de tu pelo que se aleja. Y el rumor de tus pasos que se pierden. Nadie pasa por la vereda oscura, nada queda en la calle silenciosa, solo un charco de barro y amargura donde la lluvia y mi dolor se empozan.

Imitación de la vida

Están ahí recostados al sol, viendo pasar toda la vida que cabe en la ventana. Están ahí e imploran dar con la cifra mágica de la quiniela; repasan, por enésima vez, el trayecto erróneo de la pelota deseando que no sacuda el travesaño y ahora entre redonda por el ángulo. Y que la muchacha del vestido de flores que imita la primavera, esta vez, diga que si. Pero un melancólico tango se desparrama por las cascadas paredes del bar. Y miran sus dedos viejos quemados por el alquitrán; y escarban sus bolsillos buscando un recuerdo más parecido a una vida feliz. Pero solo encuentran pedazos de nada; mientras afuera el ritmo de la vida detiene su pulso anunciando la noche.

Cábala

Mantengo para mí la cábala del silencio: aquello que no se nombra, no puede manifestarse. En el fin también será el verbo.

Pájaros Nocturnos - Preventa!

Imagen
Con gran alegría les comento que ya está en preventa mi primer libro, Pájaros Nocturnos! Esta modalidad consiste en la venta anticipada de determinada cantidad de ejemplares para cubrir el costo de la impresión de los libros. Lo consiguen acá  https://halleyediciones.wordpress.com/2020/10/01/pajaros-nocturnos-de-maximiliano-guerrero/ Desde ya gracias a todos quienes apoyan este blog con sus visitas, comentarios, etc! Un gran abrazo y que sea poesía! Maximiliano Guerrero

Ni más ni menos

Conquistar cada día el sol en nuestras manos, no el vil metal de los mercaderes; ni el falso brillo de los farsantes. Conquistar la sangre, palmo a palmo, remontando el dolor y su esqueleto empinado Desnudo en la noche, convocar a los pájaros y al tigre que ruge en mitad de la tormenta. Templar el rayo y su lengua de fuego, en la fragua centelleante de nuestros sueños. Hacerse un lugar entre los condenados de la tierra; y labrar una página en su historia de barro y ceniza. Ser humano, ni más ni menos.

Estafa

Esta paz obligada. Este silencio impuesto. Este cerrar los ojos. Estas inmóviles manos que tantean los bordes de la noche. Estos dientes apretados cortando el frío. Este pájaro que atraviesa la habitación, como una nube negra, cargando el odio en su vientre. Nada de esto fue lo que me prometieron.

Impresiones de la peste

Hablamos de la peste y el movimiento circular de los días. El tiempo es ese pájaro que torpemente aletea; herido en su juventud y de futuro incierto. Los cuerpos buscan los cuerpos pero chocan con la ausencia. Las manos, las bocas: territorios clausurados. Y luego, la noche y sus puñales; fuegos fatuos en un camino de piedras.

Ellos

Ellos no conocen la materia oscura del dolor. Reciben, tan solo, sus golpes. Ellos no saben (qué van a saber) lo que es deshilacharse, rasgar la carne, parir un hijo; dar amor como quien da la vida. Ellos no sangran (lava subterránea que brota, inexorable, de un tajo abierto en el tiempo y que nunca, jamás, se cierra) Ellos van por ahí contando sus penas, como monedas sucias, gastadas, fuera de circulación. El miedo los vence. Y cuando la luz se ausenta, a escondidas lloran; y se marchitan y envejecen solos, siempre solos.

Como toda respuesta

Los árboles arden en el rojo crepitar de las hojas del otoño; y desde el río sube una canción de pescadores. Los botes taciturnos se balancean  sobre el agua; y el sol, dulce naranja, rueda por el cielo más allá del monte. Y no es tristeza sino una lejana pregunta, que empuja con su enigma sobre los hombros. El viento susurra sobre la copa de los árboles; y hasta parece que quisiera decir algo. Pero calla. Y mientras la noche tiñe de oscuro la ribera, los pescadores fuman. Lanzo una piedra y en las ondas del agua, flota el silencio como toda respuesta.

Algunas certezas

Yo sé que en algún lugar el cielo esconde sus misterios. Que la mar es una hembra, voluptuosa y salvaje. Que detrás de cada puerta, hay otra puerta hecha de silencio. Que la vida nunca, nunca, puede ser sólo esto. Y también sé, que en cada palabra hay un pájaro de luz, que se debate entre la vida y la muerte. Todo lo demás lo ignoro.

Tabla de salvación

Las flores muertas sobre el mantel de hule. Los viejos y raidos buzos azules. Las sombras en el altillo, que ninguna luz doblegó. El batón desteñido, vencido por el tiempo y las polillas. Sobre la cómoda, un retrato en sepia se desangra, mientras la casa se hunde en la tarde. Los cuerpos flotan de espaldas a la noche. Y aferrado a un recuerdo, apenas sobrevivo al naufragio.

Recuerdo

Un bote amarrado en la orilla del río inmóvil. Mientras más allá del río, la vida continúa con su expansión incesante, caótica, atropellada; síncopa de una melodía inacabada. Yo soy el bote que permanece, mientras a mi alrededor, la vida se agita nerviosa, como un pez que agoniza sobre la arena.

Para nada

Este dulce canto, leve, como el gorjeo de un pájaro liviano; y sin embargo dejando la vida y preguntando por qué  dolor, por qué noches sin luna, sin dios. Y que hay de esa pálida luz que se insinúa, que canturrea, pero llega irremediablemente tarde y ya no sirve absolutamente para nada.

El amor nos separará de nuevo

                                                 A Ian Curtis Cargas el odio como una piedra, duplicando el negro sobre tu lomo; en el espacio en carne viva donde crecieron alas heridas. Corazón cercado, roto corazón, a un golpe de tiempo y de vida. Amor convulso, desmayado amor, eléctrico y nervioso. Bandera rota, vencida, que ondea ya sin aire, sobre la viga de la cocina.

Los días felices

No, ya se que no volverán los días felices. Pero es que a veces siento el peso de la vida que empuja, con su piedra de silencio, sobre mi espalda. Y cuesta tanto mantener en pie este árbol que se inclina, se sacude, se desgaja y quiebra con cada golpe de tiempo.

Final de juego

Jugamos a fingir que algo no se rompió. Y de tanto ensayar esta farsa, olvidamos por qué y cuándo comenzamos el juego, que hoy es solo un gesto mecánico y que ya a nadie divierte.

Confusión

 Debo decir: - La noche ha tocado a mi puerta; y sin embargo digo tu nombre. Confundo la noche con el día.

Probabilidad de tormenta

 Una a una han caído las estrellas y ya no quedan colores en el cielo. Solo el oscuro que pesa como el silencio. Extrañas visiones me han sucedido: pájaros tenebrosos se agolpan en la ventana y una jauría de perros nocturnos merodean mi puerta. Te ruego que vengas y no olvides tu paraguas violeta. Esta noche hay probabilidad de tormenta.

Instrucciones para volar

 Los pájaros no saben que no pueden volar (nadie les dijo nunca). Tan solo despliegan sus alas y se arrojan al vacío. Si dudaran por un instante, no serían pájaros y el cielo sería un poco más triste. Volar es un acto de fe.

Preguntas VIII

 - La gente está loca, dijiste, mientras la botella volaba sobre el muro. Y en las ondas expansivas del impacto, pregunté: - Y por qué nos encierran a nosotros? Tu respuesta restallo como un látigo, cruzando la cara de la noche: - Para no ver su locura. La poesía vuela sobre los muros y estalla en mil pedazos.

Hábitat

Quiero romper mí voz y callo. Desde hoy desconocere la lengua materna, la de mis primeros pasos y su balbuceo errante; la de los secretos en la siesta y las plegarias con dios en la ventana. Olvidaré como y con quién y que decíamos, mientras el río indolente se precipitaba al ocaso y nuestra vida estaba tan cerca y tan viva, que casi podíamos tocar la otra orilla. Olvidaré la forma de las palabras, aquellas redondas que nombraron al amor y los triángulos y sus filos que inauguraron la tristeza y el dolor. Me quedará el verde rumor de naranjos  y eucaliptus, las caricias de un sol tímido y vacilante, la piel dura del mar y su azul sin respuestas, el amargo en la boca del primer cigarro con tos y tus manos que curaron todas mis heridas. Quedará el espacio imperceptible entre los labios y el movimiento que antecede al gesto, inútil ya, de cualquier palabra. Desde hoy habito el silencio.

Preguntas VI

Recuerdo la cadencia de tus labios, las extrañas formas  que tomaba tu pelo sobre la almohada y la vez que dijiste: - No. Y la cancel se cerró. Fue el día que nevó en la ciudad y los lobos tomaron las calles. Cada sombra era una trampa y los pájaros chocaban contra las ventanas. Mí cabeza era un parlante y yo, un monje desterrado que repetía su mantra a los desprevenidos transeúntes: - Usted la vió? La poesía es, también, una pregunta dolorosa.

Preguntas VII

Pan Leche Azúcar 200gr de jamón del más barato y una mariposa, con su paleta psicodélica, fulminante sobre el iris; y de repente estoy volando, eléctrico, furioso, sobre las cabezas que miran con asombro mí vuelo errático y fugaz. Hasta que la voz impaciente de la fiambrera, me baja a tierra, como un piano que se desploma sobre la vereda: - Señor que va a llevar? La poesía abre sus alas en cualquier momento.

Que hacer con los poetas?

A los poetas hay que matarlos de chicos antes que descubran  la farsa y rápidamente se refugien en sus madrigueras a inventar la palabra o descubran el silencio para destruir este mundo y llenarlo de niños de pájaros de flores que crezcan sobre el cadáver de un edificio de 50 pisos y vidrios espejados.

Por dormirte

Por dormirte sobre una nube que diera por dormirte. Por soñarte alzando el vuelo sobre lo verde recortando cielo; espumando el agua a vuelo rasante. Luz eterna, amor de mi costado, mi trébol de cuatro hojas, suerte de mis dias. Que diera por dormirte y que tu risa me despierte.

Réquiem por la luz

Lloro por la luz que agoniza, rendida, a los pies del limonero. Herida de sombras, sangra y no sé que palabra invocar como eficaz sortilegio. Para derrumbar la noche. Para convocar el día. Y traer de vuelta el luminoso brillo que corte el aire  del invierno frío. La luz se muere en mis manos.

Más allá de esta noche

Bajo la máscara de esta noche, se esconde un dolor agudo. Un hondo pozo hecho de piedra y tiempo; y en su lecho barroso, inquieto se revuelve un recuerdo antiguo. Pero también hay sol más allá de esta hora. También hay  aire limpio y flores frescas aleteando en el cantero. También hay pájaros que trinan su melódica existencia. Más allá de lo oscuro, también hay manos que acarician la vida.

Trabajos nocturnos

Erré por el desierto e invoque a los dioses. Recibí sus dones en forma de colores sagrados. Compartí con los espíritus mí pan, mí carne. Atravesé el fuego y desayuné cenizas. Fui hasta la orilla última para ver amanecer el mundo mientras vos dormías.

Los trenes

Rojos elefantes, pesados, mecánicos; esclavos condenados a transitar el camino trazado por los hilos de plata que surcan la tierra. Dejan tras de si el adiós: una mano en alto, como un pájaro que quisiera alzar el vuelo, pero no. Y otra mano deja su huella sobre el vidrio empañado. Los elefantes escupen el humo, barritan en la curva y se pierden en la boca del tiempo.

Motivos

Escribo para abrir un paréntesis en el tiempo; un espacio, donde pueda explicarme o tan solo descansar (y por qué la vida empuja?) Pero solo me salen comas empecinadas, garfios filosos; pequeñas piedras donde tropiezo, vez tras vez. Lo que temo, en verdad, es el punto que anticipa el final.

Nos otros

No sos vos, es el tiempo que nos castiga con sus filos y sus cruces y desgasta a su paso la delgada piel que nos cubre. Despiadado y con saña abre tajos en el cuerpo                                         y la cara. Pero la cuchillada profunda que amén de herir, también mata, es la mudanza que opera sobre nuestras almas. Y al mirar en el espejo plateado de los ojos descubrimos, con horror, que dónde supimos habitar ahora viven                       otros.

Lo que se hunde

Lento se desliza y rompe el oleaje sobre las rocas; y en un instante furioso, estalla en espuma el cuerpo líquido de las olas. La piel plateada y tersa del agua serena, como un espejismo se retuerce, agita y desvanece en espasmos sobre la arena. El sol pétreo, cansado, como un dios antiguo y pagano, se desploma sobre la tarde; y vuelan rayos desde su mano. El ejército de pinos, distante, custodian celosos la solitaria playa; y desde el prisma jade de sus ramas, aroman de verde el aire. Y mientras sigiloso el telón de la noche se despliega por el poniente, del otro lado del mar un hombre camina, abandona la tierra y se sumerge en el oscuro para siempre.

Postal de barrio

Aquí todo es polvo                                     y silencio salvo el tiempo que se sacude, acomoda su plumaje y duerme. Aquí nadie (nunca) espera a nadie (nada). Solo es un recostarse contra el sol de piedra y ver pasar la mañana con su chismosa repleta de mandarinas, pan dorado                      y violetas. Los gatos conversan, en su lenguaje gatuno, de sus andanzas nocturnas; y exhiben, orgullosos, algún rasguño. El calor aplasta, la humedad mata; y las noticias vuelan de boca en boca, como hojas muertas que el viento arrastra. Los autos (de dónde vienen? adónde van?) no pasan por esta calle; y si alguno, por casualidad se pierde dudo que se vuelva a encontrar. Así, uno se entretiene matando el tiempo en la vereda; y en la procesión de sillas playeras atravesando el zaguán, el día se consume y otra vez a esperar                                     que la lluvia arrastre consigo la angustia de vivir sobre esta tierra pedregosa y mustia.

Aviario

Tus cartas no llegan, solo sobres vacíos como palomas muertas en la acera. El teléfono sobre la mesa es un cuervo que me observa, como un recordatorio mudo de tu ausencia. A veces grazna, agita sus alas y se estremece, sacudiendo la cabeza. Atiendo y una voz, que no es la tuya, pregunta, duda, se equivoca y cuelga. Y las horas me rondan como aves carroñeras, con sus picos acerados rasgando el aire                                y la espera. Palomas, cuervos, aves carroñeras. Mí casa es un aviario de pájaros terribles de plumas negras; y mi alma un gorrión herido que se arrastra                             sobre la tierra.

Amapolas

Tu cuerpo es como un campo de amapolas. Mentira. Nunca vi un campo de amapolas (esta manía de inventar cosas) pero me gusta como suena: como un amanecer fragante, dorado, sedoso. Libre del mal, como un niño frente al mar que descubre el asombro y la eternidad.

Preguntas V

                                              A Kurt Cobain El ángel de ojos aguados y alas rotas, aúlla desde el televisor. Caído en este mundo, se contorsiona y estremece partido por el dolor. La bruma lo envuelve y oscuras abejas persiguen su frente. Y yo miro sin creer y el ángel me guiña un ojo en medio de la función. Mí madre pasa y pregunta: - Que es todo este ruido? La poesía rockea y te parte los dientes.

Preguntas IV

                                                 A Julio Inverso Viene Julio y sus manos blancas tocan mí puerta. Sus ojos eléctricos resaltan sobre el fieltro de la oscura gabardina. Dice con una voz ausente, como quien habla dormido, envuelto aún por la bruma de los sueños: - Me prestas tu escalera? Se la doy y me olvido del tema. Hasta el día siguiente cuando descubro que alguien arrancó las doradas manzanas del sol. La poesía también alimenta.

Evaluación de daños

La canilla que gotea sobre la pileta. La humedad que trepa por mí pecho. Las manos descascaradas y el agua que se filtra por mis ojos. Mí corazón está más roto que las tejas luego del granizo. En esta casa todo se cae  a pedazos.

Preguntas III

Lo no dicho. Lo por decir. Lo que se adivina. La sutil forma del aire. Será que la belleza reside en el silencio que bordea las palabras? La poesía, insomne, se revuelve entre las sábanas.

Montevideando

Deambular por ahí y sentir que la vida es un rato: una tarde en playa Malvin y el mar boca arriba, el recorrido circular del gusano loco, el empedrado doloroso y húmedo de la ciudad vieja, el domingo que se desarma con el último puesto de Tristán Narvaja. Y que las calles (Galicia, Estivao) guardan en sus zaguanes mis ojos que llueven de este lado del río.

Preguntas II

El hombre de ojos cansados y manos gastadas de tanto palpar el dolor, se detiene en una esquina y susurra: - Donde estás? El perro lo observa con su mirada húmeda, dulce y lame la mano que cuelga. El hombre roto, ahora, sonríe. La poesía sucede en cualquier esquina.

Si ya no

Y si ya no tengo como nombrarte dolor? Si ya solo te fuiste y para recordarte deba esperar la noche y si en la noche tampoco te encuentre y el sueño me venza y ya no tengas el negro sobre tu boca ni cantes tu canción amarga y tus pájaros sin alas hayan volado y solo me quede el olvido?

Tránsito hacia la noche

Todo es un detenerse entre la sombra y sus pliegues. -------------------- Atravesar el umbral requiere más paciencia que coraje. -------------------- Dejarse estar Dejarse ir Dejarse... -------------------- Y al fin cruzaremos la noche errantes ebrios de silencio marcados por el fuego por el haz de luz que no cesa. --------------------- Hoy cruzo la frontera última y me sumerjo en el misterio.

Cazador

Como un cazador al acecho, montado en pelo sobre el lomo de la noche, persigo tu rastro de hembra herida. El hilo de vida que gotea sobre la hierba, el aroma a malvon y jazmines decapitados. El misterio de tus ojos agazapados tras los arbustos y la flor del deseo que duerme entre tus piernas. Yo también estoy solo y acorralado por el círculo negro de la duda y el miedo.

Sacrificio

Déjenme solo. Abrire las ventanas,  quitaré el cerrojo de mis pupilas, velare mí cuerpo desnudo. Denme el aire, la luz primera, las rosadas manos del alba. Yo, convocaré a la noche, cabalgare sobre su lomo, hendire su piel con mis cuchillos, ofrendare la sangre sobre el altar. Déjenme solo. Aún estoy despierto y vivo.

Fakir

Como el viento se ha ido, el sol también se irá. Sobrevendrá la noche, las horas que se alargan con las sombras; y mi cuerpo tendido sobre una cama de clavos. Soy un fakir que se consume mirando al techo.

Sinastria

Vos buscabas la tierra y yo sostenía el agua en mis manos. Vos no tenías sed y yo  nunca tuve donde apoyar los pies. Y sin embargo compramos un boleto directo al abismo.

Preguntas

La niña ojos de luna y perfume de almendras pregunta: - De que sabor es el cielo? - El sol, huele a naranjas? La poesía florece en las calles.

Polaroid

Una mariposa brillante eléctrica suspendida en el aire y el tiempo. Alas tornasoladas sosteniendo la sangre que se escurre fugaz mientras su aleteo se diluye en el añil de la tarde. Una instantánea de la vida.

El otro

Escribo bajo el designio misterioso de los astros y el destino. No soy yo, es el otro que me habita y furtivo, gotea en palabras la sangre con que vivo. Me ama, me odia y a veces dormido, oigo su voz  susurrando en mí oído - Quién soy? Adónde iremos cuando se cierren todos los caminos?

Taurino

Cercado en la plaza con el sol sobre su lomo agoniza en la arena un negro toro. Su cuerpo le pesa le pesa su alma. La blanca osamenta derribada, como lanzas de marfil en la tierra clavadas. Sus ojos tristes, cansados de tanta vida y el dolor de las banderillas con su aguijón en la carne lacerada. Su sangre inocente que alguna vez fue aire, verde prado, se derrama sobre el dorado color de la tarde. El aliento se le escapa e imagina ser un ave que cruzando el cielo en el firmamento se pierde. Pero es tan solo un espejismo. El torero, como un heraldo de la muerte victorioso y altivo, recibe los aplausos y las flores. Y en un último atisbo de vida el bravo animal bufa, se estremece y agitando su cabeza mansamente se entrega a la noche que lo espera.

Introducción a la poesía

Por ejemplo: un gato no siempre (casi nunca) es un gato. A veces es la noche o la luna o el misterio. Un gato nunca (nunca) podrá ser el sol. Pero alguna vez un gato es  tan solo un gato negro, melancólico, de mirada oblicua y persistente. Como tu mirada: oscura, misteriosa, ojos de ámbar que me acechan en mitad de la noche.

Pájaro que se rompe

Como un pájaro que se rompe en la espuma, salpicado de azul, alas tristes que se quiebran bajo el peso del agua. Los ojos vidriados en la sal, se pierden en un horizonte líquido. Y fatal, el espinazo de la noche se curva sobre sus plumas. Miedo, dolor y asombro: la muerte.

Caligrafía

Escribo tu nombre: la L es tu espalda y su bahía La O semeja tu vientre dormido La R tu frente y sus pájaros La E las tres flores del deseo La N el suave declive de tus piernas Y la A la primera letra del amor

Por decir algo

Los dientes de la luna Los cuatro pétalos del sol El perfume de las estrellas La sombra incandescente de los gatos El diamante que gira enloquecido sobre mí cabeza Todo          todo                   todo lo que digo por no decir: Te extraño

No lo sabías?

Tu nombre me ronda como la sombra de tus manos cuando arañabas la luna. Tu voz me empuja hacia el pretil de la noche y me susurra: - Salta y abrí tus alas - Nunca pude despegar los pies del suelo - Sos un ángel. No lo sabías?

NO

- No se puede dijo y cerró sus manos, como la puerta que da al jardín en la última tarde del verano. Y vos viste la puerta cerrada en sus manos (gaviotas sin sol en una playa desierta) como un niño que busca palabras y no entiende por qué el NO es negro y aletea, como un pájaro que se golpea contra el vidrio de la ventana cerrada.

Asunción

De tanto gritar y escupir al cielo hasta sangrar me abrí paso, tajo a tajo, hasta el trono celestial. Los ángeles caídos por la certera puñalada, rodaban por la escalera con una flor carmesí en su túnica, bordada. Y en el vacío inmóvil del espacio sagrado, Dios (lo confirmo sigue vivo) aterrado en el sillón, con su divino cuello por la daga cercado, en un hilo de voz preguntó: - Que quieres? Y en mis ojos furibundos, la respuesta acerada del metal resplandeció: - Nada. -respondí- Ahora no quiero nada.

Memoria de un árbol

Aferrado a la tierra con uñas, dientes, músculo y nervios como un árbol herido, roto. Sin nombre, sin voces o pájaros que lo llamen. Salvo la luna que se posa en sus ramas y ya no es un árbol, ni siquiera un ser vivo, sino un fantasma; tan solo una sombra, condenado a hundirse en la tierra como en la noche se hunde su recuerdo.

Nana de la luna

Niña, mira la luna: su  bello plumaje, su nivea blancura. Niña, mira la luna: con un ojo te besa, con el otro te acuna. Niña, si tu duermes, bajará la luna a cantarte una nana sobre tu cuna. Y cuando tu duermas, en sueños la luna, bailará en el cielo vestida de espuma.

Último mensaje

Ya no duermo, solo invento la noche. Modelo entre sombras tus manos dormidas,  la espuma de tu pelo y la ondulada geografía de tu espalda. Bebo el rocío fresco de la luna goteando sobre la terraza (pétalos de jazmín, lágrimas blancas de niña herida) Y como un viajero de galaxias sumergidas, amplifico el sonido de las pálidas estrellas, titilando en un último mensaje que reza: "Ya no queda más tiempo"

El loco

Soy yo, el loco. El desterrado. El que avienta pájaros en el mar como botellas; como perlas encapsuladas en el tiempo. El que interpreta las señales del cielo. El de ojos nocturnos constelados de penas. El árbol mudo, sombrío, que se alza sobre la tierra. El que aguarda, como un prisionero, el milagro que lo salve.

Vidas de papel (fragmento)

El viejo me alcanzó el mate y mientras lo tomaba, preguntó: - Entonces, como está? Di el último sorbo, con ruidito. - Está bueno. - No, no el mate. Usted. - mientras me señalaba con el dedo. - Ah. Bien, bien. Puso cara de fastidio. Cebó un mate para él mientras deslizó: - Que triste. Lo miré sin comprender a que se refería. Quizás no me había entendido. - Le dije que estoy bien. - Y yo dije: que triste. - y me miró a los ojos para que no quedara duda. Luego volteó a ver el mar. - Disculpe pero no entiendo. Le digo que estoy bien y a Ud eso le parece triste? Dándome la espalda, repuso: - Lo triste mi amigo, es mentirse a uno mismo. - Usted dice que miento? Me está llamando mentiroso? - repliqué indignado. - Dígamelo usted. Le pregunto nuevamente: como está? Hablaba con una tranquilidad que contrastaba con mi estado de ánimo. Eso me enojaba aún más. Ofuscado respondí: - Ya le dije que bien. Pero que importa si usted no me cree. Sentía bronca por aq

Flash

Imagen
Sería una tarde más, allá por el 89 o 90. En un rincón al sur del mundo, por las callecitas tristes de una ciudad con vista al mar, un niño se detiene en la acera. La madre, que lo acompaña desde la escuela, decide sacarle una foto. Decide que hay que resguardar a ese niño, ponerlo a salvo del tiempo que, sabe, viene sin prisa pero sin pausa. Que viene como quien no quiere la cosa, así, bobeando, haciéndose el distraído. Pero en un abrir y cerrar de ojos, ese niño no estará más allí. Ese niño volará como las hojas de ese otoño amarillo y en cada invierno, el almanque le abrirá tajos en la piel. Le mostrará un mundo ancho y redondo que, a sus cortos 5 años, ignora. Así que arregla con el fotógrafo, por una módica suma, la salvación de aquel niño. El hombre se prepara. Saca su cámara, ajusta el objetivo y la exposición. Hinca la rodilla al suelo, enmarca al niño, apunta. Y dispara. El fogonazo de luz le arranca media sonrisa y una mirada limpia a prueba de balas. La otra mitad de

Andén

Todo me huele a muerte. En esa sombra que entra en la casa y crece a mis espaldas. En ese hombre que otea el cielo, buscando no se que rastro de esperanza. En esa gente que revuelve los restos del naufragio, buscando un signo que los salve de tanta duda. En esa campana que tañe, como un grito lastimero e inútil, mientras el silencio avanza. Ya no hablamos solo nuestras manos se entienden. El cielo va tomando el color de mi alma . Quizas llueva y me limpie. Quizas llore y me sane.

Acá atienden rápido

- La verdad que no me esperaba esto. El tipo inclinó la cabeza unos centímetros, los suficientes para mirarme por encima de sus lentes grasosos. Tenía una expresión de cansancio y aburrimiento de siglos. Preguntó, casi como si recitara un dictado: - Y que esperaba? Se ve que era una pregunta habitual. - En realidad no esperaba nada – respondí. - Bueno, ya ve. Esto sobrepasa sus expectativas entonces. No tenía nada que agregar ante un razonamiento tan lógico. Y de cualquier manera, si tuviera algún reclamo, el tipo sólo era el empleado de Informes. Sabía bien como funcionaba esto. - Bueno - dijo, mientras se sacudía una pelusa imaginaria del saco - ahora saca un numerito y espera que lo llamen por la pantalla - me lanzó una mirada admonitoria - Trajo todos los papeles verdad? - Si claro - dije mientras le mostraba la carpeta marrón con el número de trámite y en grandes letras negras: Pablo Ramírez. - Bueno, muy bien - respondió, por decir algo. Ya había perdido to