Hábitat

Quiero romper mí voz

y callo.

Desde hoy

desconocere la lengua

materna,

la de mis primeros pasos

y su balbuceo errante;

la de los secretos en la siesta

y las plegarias con dios

en la ventana.

Olvidaré como y con quién

y que decíamos,

mientras el río indolente

se precipitaba al ocaso

y nuestra vida estaba tan cerca

y tan viva, que casi podíamos

tocar la otra orilla.

Olvidaré la forma

de las palabras,

aquellas redondas que nombraron

al amor

y los triángulos y sus filos

que inauguraron

la tristeza

y el dolor.

Me quedará el verde

rumor de naranjos 

y eucaliptus,

las caricias de un sol

tímido y vacilante,

la piel dura del mar

y su azul sin respuestas,

el amargo en la boca

del primer cigarro con tos

y tus manos que curaron

todas mis heridas.

Quedará

el espacio imperceptible

entre los labios

y el movimiento que antecede

al gesto, inútil ya,

de cualquier palabra.


Desde hoy

habito el silencio.

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