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Mostrando entradas de julio, 2020

Trabajos nocturnos

Erré por el desierto e invoque a los dioses. Recibí sus dones en forma de colores sagrados. Compartí con los espíritus mí pan, mí carne. Atravesé el fuego y desayuné cenizas. Fui hasta la orilla última para ver amanecer el mundo mientras vos dormías.

Los trenes

Rojos elefantes, pesados, mecánicos; esclavos condenados a transitar el camino trazado por los hilos de plata que surcan la tierra. Dejan tras de si el adiós: una mano en alto, como un pájaro que quisiera alzar el vuelo, pero no. Y otra mano deja su huella sobre el vidrio empañado. Los elefantes escupen el humo, barritan en la curva y se pierden en la boca del tiempo.

Motivos

Escribo para abrir un paréntesis en el tiempo; un espacio, donde pueda explicarme o tan solo descansar (y por qué la vida empuja?) Pero solo me salen comas empecinadas, garfios filosos; pequeñas piedras donde tropiezo, vez tras vez. Lo que temo, en verdad, es el punto que anticipa el final.

Nos otros

No sos vos, es el tiempo que nos castiga con sus filos y sus cruces y desgasta a su paso la delgada piel que nos cubre. Despiadado y con saña abre tajos en el cuerpo                                         y la cara. Pero la cuchillada profunda que amén de herir, también mata, es la mudanza que opera sobre nuestras almas. Y al mirar en el espejo plateado de los ojos descubrimos, con horror, que dónde supimos habitar ahora viven                       otros.

Lo que se hunde

Lento se desliza y rompe el oleaje sobre las rocas; y en un instante furioso, estalla en espuma el cuerpo líquido de las olas. La piel plateada y tersa del agua serena, como un espejismo se retuerce, agita y desvanece en espasmos sobre la arena. El sol pétreo, cansado, como un dios antiguo y pagano, se desploma sobre la tarde; y vuelan rayos desde su mano. El ejército de pinos, distante, custodian celosos la solitaria playa; y desde el prisma jade de sus ramas, aroman de verde el aire. Y mientras sigiloso el telón de la noche se despliega por el poniente, del otro lado del mar un hombre camina, abandona la tierra y se sumerge en el oscuro para siempre.

Postal de barrio

Aquí todo es polvo                                     y silencio salvo el tiempo que se sacude, acomoda su plumaje y duerme. Aquí nadie (nunca) espera a nadie (nada). Solo es un recostarse contra el sol de piedra y ver pasar la mañana con su chismosa repleta de mandarinas, pan dorado                      y violetas. Los gatos conversan, en su lenguaje gatuno, de sus andanzas nocturnas; y exhiben, orgullosos, algún rasguño. El calor aplasta, la humedad mata; y las noticias vuelan de boca en boca, como hojas muertas que el viento arrastra. Los autos (de dónde vienen? adónde van?) no pasan por esta calle; y si alguno, por casualidad se pierde dudo que se vuelva a encontrar. Así, uno se entretiene matando el tiempo en la vereda; y en la procesión de sillas playeras atravesando el zaguán, el día se consume y otra vez a esperar                                     que la lluvia arrastre consigo la angustia de vivir sobre esta tierra pedregosa y mustia.

Aviario

Tus cartas no llegan, solo sobres vacíos como palomas muertas en la acera. El teléfono sobre la mesa es un cuervo que me observa, como un recordatorio mudo de tu ausencia. A veces grazna, agita sus alas y se estremece, sacudiendo la cabeza. Atiendo y una voz, que no es la tuya, pregunta, duda, se equivoca y cuelga. Y las horas me rondan como aves carroñeras, con sus picos acerados rasgando el aire                                y la espera. Palomas, cuervos, aves carroñeras. Mí casa es un aviario de pájaros terribles de plumas negras; y mi alma un gorrión herido que se arrastra                             sobre la tierra.

Amapolas

Tu cuerpo es como un campo de amapolas. Mentira. Nunca vi un campo de amapolas (esta manía de inventar cosas) pero me gusta como suena: como un amanecer fragante, dorado, sedoso. Libre del mal, como un niño frente al mar que descubre el asombro y la eternidad.

Preguntas V

                                              A Kurt Cobain El ángel de ojos aguados y alas rotas, aúlla desde el televisor. Caído en este mundo, se contorsiona y estremece partido por el dolor. La bruma lo envuelve y oscuras abejas persiguen su frente. Y yo miro sin creer y el ángel me guiña un ojo en medio de la función. Mí madre pasa y pregunta: - Que es todo este ruido? La poesía rockea y te parte los dientes.

Preguntas IV

                                                 A Julio Inverso Viene Julio y sus manos blancas tocan mí puerta. Sus ojos eléctricos resaltan sobre el fieltro de la oscura gabardina. Dice con una voz ausente, como quien habla dormido, envuelto aún por la bruma de los sueños: - Me prestas tu escalera? Se la doy y me olvido del tema. Hasta el día siguiente cuando descubro que alguien arrancó las doradas manzanas del sol. La poesía también alimenta.

Evaluación de daños

La canilla que gotea sobre la pileta. La humedad que trepa por mí pecho. Las manos descascaradas y el agua que se filtra por mis ojos. Mí corazón está más roto que las tejas luego del granizo. En esta casa todo se cae  a pedazos.

Preguntas III

Lo no dicho. Lo por decir. Lo que se adivina. La sutil forma del aire. Será que la belleza reside en el silencio que bordea las palabras? La poesía, insomne, se revuelve entre las sábanas.

Montevideando

Deambular por ahí y sentir que la vida es un rato: una tarde en playa Malvin y el mar boca arriba, el recorrido circular del gusano loco, el empedrado doloroso y húmedo de la ciudad vieja, el domingo que se desarma con el último puesto de Tristán Narvaja. Y que las calles (Galicia, Estivao) guardan en sus zaguanes mis ojos que llueven de este lado del río.

Preguntas II

El hombre de ojos cansados y manos gastadas de tanto palpar el dolor, se detiene en una esquina y susurra: - Donde estás? El perro lo observa con su mirada húmeda, dulce y lame la mano que cuelga. El hombre roto, ahora, sonríe. La poesía sucede en cualquier esquina.

Si ya no

Y si ya no tengo como nombrarte dolor? Si ya solo te fuiste y para recordarte deba esperar la noche y si en la noche tampoco te encuentre y el sueño me venza y ya no tengas el negro sobre tu boca ni cantes tu canción amarga y tus pájaros sin alas hayan volado y solo me quede el olvido?

Tránsito hacia la noche

Todo es un detenerse entre la sombra y sus pliegues. -------------------- Atravesar el umbral requiere más paciencia que coraje. -------------------- Dejarse estar Dejarse ir Dejarse... -------------------- Y al fin cruzaremos la noche errantes ebrios de silencio marcados por el fuego por el haz de luz que no cesa. --------------------- Hoy cruzo la frontera última y me sumerjo en el misterio.

Cazador

Como un cazador al acecho, montado en pelo sobre el lomo de la noche, persigo tu rastro de hembra herida. El hilo de vida que gotea sobre la hierba, el aroma a malvon y jazmines decapitados. El misterio de tus ojos agazapados tras los arbustos y la flor del deseo que duerme entre tus piernas. Yo también estoy solo y acorralado por el círculo negro de la duda y el miedo.

Sacrificio

Déjenme solo. Abrire las ventanas,  quitaré el cerrojo de mis pupilas, velare mí cuerpo desnudo. Denme el aire, la luz primera, las rosadas manos del alba. Yo, convocaré a la noche, cabalgare sobre su lomo, hendire su piel con mis cuchillos, ofrendare la sangre sobre el altar. Déjenme solo. Aún estoy despierto y vivo.

Fakir

Como el viento se ha ido, el sol también se irá. Sobrevendrá la noche, las horas que se alargan con las sombras; y mi cuerpo tendido sobre una cama de clavos. Soy un fakir que se consume mirando al techo.

Sinastria

Vos buscabas la tierra y yo sostenía el agua en mis manos. Vos no tenías sed y yo  nunca tuve donde apoyar los pies. Y sin embargo compramos un boleto directo al abismo.

Preguntas

La niña ojos de luna y perfume de almendras pregunta: - De que sabor es el cielo? - El sol, huele a naranjas? La poesía florece en las calles.

Polaroid

Una mariposa brillante eléctrica suspendida en el aire y el tiempo. Alas tornasoladas sosteniendo la sangre que se escurre fugaz mientras su aleteo se diluye en el añil de la tarde. Una instantánea de la vida.

El otro

Escribo bajo el designio misterioso de los astros y el destino. No soy yo, es el otro que me habita y furtivo, gotea en palabras la sangre con que vivo. Me ama, me odia y a veces dormido, oigo su voz  susurrando en mí oído - Quién soy? Adónde iremos cuando se cierren todos los caminos?

Taurino

Cercado en la plaza con el sol sobre su lomo agoniza en la arena un negro toro. Su cuerpo le pesa le pesa su alma. La blanca osamenta derribada, como lanzas de marfil en la tierra clavadas. Sus ojos tristes, cansados de tanta vida y el dolor de las banderillas con su aguijón en la carne lacerada. Su sangre inocente que alguna vez fue aire, verde prado, se derrama sobre el dorado color de la tarde. El aliento se le escapa e imagina ser un ave que cruzando el cielo en el firmamento se pierde. Pero es tan solo un espejismo. El torero, como un heraldo de la muerte victorioso y altivo, recibe los aplausos y las flores. Y en un último atisbo de vida el bravo animal bufa, se estremece y agitando su cabeza mansamente se entrega a la noche que lo espera.

Introducción a la poesía

Por ejemplo: un gato no siempre (casi nunca) es un gato. A veces es la noche o la luna o el misterio. Un gato nunca (nunca) podrá ser el sol. Pero alguna vez un gato es  tan solo un gato negro, melancólico, de mirada oblicua y persistente. Como tu mirada: oscura, misteriosa, ojos de ámbar que me acechan en mitad de la noche.

Pájaro que se rompe

Como un pájaro que se rompe en la espuma, salpicado de azul, alas tristes que se quiebran bajo el peso del agua. Los ojos vidriados en la sal, se pierden en un horizonte líquido. Y fatal, el espinazo de la noche se curva sobre sus plumas. Miedo, dolor y asombro: la muerte.

Caligrafía

Escribo tu nombre: la L es tu espalda y su bahía La O semeja tu vientre dormido La R tu frente y sus pájaros La E las tres flores del deseo La N el suave declive de tus piernas Y la A la primera letra del amor

Por decir algo

Los dientes de la luna Los cuatro pétalos del sol El perfume de las estrellas La sombra incandescente de los gatos El diamante que gira enloquecido sobre mí cabeza Todo          todo                   todo lo que digo por no decir: Te extraño

No lo sabías?

Tu nombre me ronda como la sombra de tus manos cuando arañabas la luna. Tu voz me empuja hacia el pretil de la noche y me susurra: - Salta y abrí tus alas - Nunca pude despegar los pies del suelo - Sos un ángel. No lo sabías?

NO

- No se puede dijo y cerró sus manos, como la puerta que da al jardín en la última tarde del verano. Y vos viste la puerta cerrada en sus manos (gaviotas sin sol en una playa desierta) como un niño que busca palabras y no entiende por qué el NO es negro y aletea, como un pájaro que se golpea contra el vidrio de la ventana cerrada.

Asunción

De tanto gritar y escupir al cielo hasta sangrar me abrí paso, tajo a tajo, hasta el trono celestial. Los ángeles caídos por la certera puñalada, rodaban por la escalera con una flor carmesí en su túnica, bordada. Y en el vacío inmóvil del espacio sagrado, Dios (lo confirmo sigue vivo) aterrado en el sillón, con su divino cuello por la daga cercado, en un hilo de voz preguntó: - Que quieres? Y en mis ojos furibundos, la respuesta acerada del metal resplandeció: - Nada. -respondí- Ahora no quiero nada.

Memoria de un árbol

Aferrado a la tierra con uñas, dientes, músculo y nervios como un árbol herido, roto. Sin nombre, sin voces o pájaros que lo llamen. Salvo la luna que se posa en sus ramas y ya no es un árbol, ni siquiera un ser vivo, sino un fantasma; tan solo una sombra, condenado a hundirse en la tierra como en la noche se hunde su recuerdo.

Nana de la luna

Niña, mira la luna: su  bello plumaje, su nivea blancura. Niña, mira la luna: con un ojo te besa, con el otro te acuna. Niña, si tu duermes, bajará la luna a cantarte una nana sobre tu cuna. Y cuando tu duermas, en sueños la luna, bailará en el cielo vestida de espuma.