Lo que se hunde

Lento se desliza y rompe
el oleaje sobre las rocas;
y en un instante furioso,
estalla en espuma
el cuerpo líquido
de las olas.

La piel plateada y tersa
del agua serena,
como un espejismo
se retuerce, agita y desvanece
en espasmos
sobre la arena.

El sol pétreo, cansado,
como un dios antiguo
y pagano,
se desploma sobre la tarde;
y vuelan rayos
desde su mano.

El ejército de pinos, distante,
custodian celosos
la solitaria playa;
y desde el prisma jade
de sus ramas,
aroman de verde
el aire.

Y mientras sigiloso el telón
de la noche
se despliega por el poniente,
del otro lado del mar
un hombre camina,
abandona la tierra
y se sumerge
en el oscuro
para siempre.

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