Los trenes
Rojos elefantes,
pesados,
mecánicos;
esclavos condenados
a transitar
el camino trazado
por los hilos de plata
que surcan la tierra.
Dejan tras de si
el adiós:
una mano en alto,
como un pájaro
que quisiera alzar el vuelo,
pero no.
Y otra mano
deja su huella
sobre el vidrio empañado.
Los elefantes
escupen el humo,
barritan en la curva
y se pierden
en la boca del tiempo.
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