Aviario
Tus cartas no llegan,
solo sobres vacíos
como palomas muertas
en la acera.
El teléfono sobre la mesa
es un cuervo que me observa,
como un recordatorio mudo
de tu ausencia.
A veces grazna,
agita sus alas
y se estremece,
sacudiendo la cabeza.
Atiendo y una voz,
que no es la tuya,
pregunta, duda,
se equivoca y cuelga.
Y las horas me rondan
como aves carroñeras,
con sus picos acerados
rasgando el aire
y la espera.
Palomas,
cuervos,
aves carroñeras.
Mí casa es un aviario
de pájaros terribles
de plumas negras;
y mi alma un gorrión herido
que se arrastra
sobre la tierra.
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