Memoria de un árbol

Aferrado a la tierra
con uñas, dientes,
músculo y nervios
como un árbol herido,
roto.
Sin nombre,
sin voces
o pájaros
que lo llamen.
Salvo la luna
que se posa en sus ramas
y ya no es un árbol,
ni siquiera
un ser vivo,
sino un fantasma;
tan solo una sombra,
condenado
a hundirse en la tierra
como en la noche se hunde
su recuerdo.

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