Tanguedia
Las persianas que bostezan,
los faroles que se encienden.
La sangre
de la luna en las baldosas,
la tristeza
en mi pecho que se extiende.
Y el perfume
de tu pelo que se aleja.
Y el rumor
de tus pasos que se pierden.
Nadie pasa por la vereda oscura,
nada queda en la calle silenciosa,
solo un charco de barro y amargura
donde la lluvia y mi dolor se empozan.
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