Vidas de papel (fragmento)
Cuando el sol lentamente se fundía sobre la costa amarronada y la luna comenzaba su procesión de novia despechada por el cielo, el viejo se puso de pie. Carraspeó un par de veces, pasó su mano sobre la melena blanca y volteando sus ojos hacia el azul de la tarde, habló:
"Asesinos! Eso es lo que son. Sus manos están manchadas de sangre. Sangre justa, sangre inocente. Roja sangre, como roja es la furia de dios. Yo los culpo, los juzgo y los condeno. Han asesinado la belleza. Han profanado el santuario. Han degradado al hombre y arrebatado su alma. Falazmente han trocado lo bueno en malo y lo malo en bueno. Hipócritas! Hoy lloran su desgracia y la desgracia de sus hijos. Han mutilado la lengua y separado la cabeza del corazón. La palabra, que nació con el hombre, hoy muere pisoteada bajo sus pies. El amor es una mercancía y la felicidad, una droga. Todo se derrumba y ustedes aúllan de terror entre los escombros. Malditos sean! Una y mil veces malditos! Ya es tarde. Y yo estoy muy viejo. Pronto polvo será mí cuerpo y mis palabras el rumor de una tormenta. Pero aunque todo se pierda, un hombre justo no debe callar lo que su corazón reclama".
Luego cerró sus ojos y de pie, puso su mano en el pecho. Por un momento temí que pudiera desmayarse y dar su cuerpo contra las rocas. Pero enseguida abrió los ojos, me miró y esbozando una sonrisa, preguntó:
- Quiere un mate compañero?
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