Año nuevo
Apagado el último
estruendo decembrino
y asomado el lucero
que anuncia el año nuevo,
vuelve la esquina
a su silencio,
la terraza
a sus alambres,
la ventana
a sus postigos.
Los perros
a sus huesos,
los gatos
a sus amores.
Mi cuerpo se acostumbra
nuevamente a los calores
y mi esperanza al desengaño,
de saber que por un cambio
de cifra en el calendario,
no va a cambiar el año.
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